Gracias por fumar
Thank you for smoking
2006
EE.UU.
Dirigida por Jason Reitman
Con Aaron Eckhart, Maria Bello, Cameron Bright, Rob Lowe, William H. Macy, Robert Duvall y otros
Jason Reitman retrata la vida de Nick Naylor, un personaje por fuera de cualquier tipo de corrección política. No porque sea un revolucionario ni porque jaquee el status quo sino porque le pone el cuerpo a una causa que es un cachetazo al bienpensar, a la sanidad como santidad y a la moral del bienestar capitalista: es el portavoz y defensor de la asociación que nuclea a las compañías tabacaleras, el responsable de presentar el cigarrillo no como un mal menor sino, lisa y llanamente, como algo saludable para el cuerpo del compulsivo consumidor. No hay excusas en ni para Nick Naylor, quien a fuerza de una sonrisa amplia y un manejo discursivo que roza con lo fabuloso, defiende lo indefendible. Y esa falta de exucusas, ese saberse necesario en uno de los pilares del consumo capitalista es el más efectivo acierto de Reitman y la piedra basal de una película ácida, irónica, cuestionadora, inteligente.
La película arranca con títulos sobre marquillas de cigarrillos y da un primer cachetazo de ironía y humor negro al enfrentar, en un talk show, al sagaz cabildero Naylor con mujeres de diversas asociaciones contra el tabaco, el asesor de un senador prominente (y trepador que usa el engaño político y las jugadas sucias como si fuera de estas pampas...) y, colmo de los colmos, un jovencito de 15 años enfermo de cáncer y pelado por el tratamiento con quimioterapia. El mismo público aplaude a rabiar a damnificados y detractores del tabaco es el que abuchea y escupe al representante de las tabacaleras y, más adelante, aceptará a punto de conmoverse el gesto del holding de tabacaleras de ceder una pequeña fortuna para alentar a otros jóvenes como él a conocer los efectos de fumar; un público confundido y grogui por la andanada de argumentos en la superficie lógica del bien y el mal que el Sr. Naylor da vuelta como un guante, coronado por la afinidad del joven canceroso con el representante de quienes "lo enfermaron". En esa breve escena inicial está el mapa de ruta de lo que se verá; sostenido por una narración sólida y un par de vueltas de tuerca que saltan lo previsible y con una dirección que se la juega no entregrando a su personaje principal al sueño americano. Para profundizar ese discurso, hace uso de la relación de Naylor con su hijo, a quien le enseña los detalles de su quehacer sin entrar en devaneos éticos y morales ("Todos tenemos un talento y el mío es hablar"); de una inescrupulosa reportera, a quien la débil carne de Naylor le ofrece secretos imposibles de develar y que le retornan como noticia de tapa de uno de los diarios más influyentes; de las cenas con la representante de las empresas productoras de bebidas alcohólicas y el de los fabricantes de armas con quienes tienen dsiputas de poder medidas en cantidades de muertos; del éxito -tal cual lo entiende la actualidad occidental- puesto en aquellos que negocian con las vidas ajenas como otrora los traficantes de esclavos.
Sostenida por un guión conciso y contundente que afirma su apuesta hasta las últimas consecuencias, con sorpresas y humor corrosivo; subrayado con muy buenas actuaciones de un elenco que funciona como piezas de relojería; y con la firme muñeca de Reitman detrás de la cámara, Gracias por fumar se convierte en una de las mejores comedias de los últimos años. Y no sólo eso, en una gran commedia también.