lunes

Tráiganme la cabeza de Alfredo García

Bring me the head of Alfredo Garcia
1974
E.E.U.U.
Dirigida por Sam Peckinpah
Con Warren Oates, Isela Vega, Robert Webber, Kris Kristofferson y otros.


La primera vez que leí sobre Sam Peckinpah fue en un parodia de la revista MAD. Allí hablaban de un supuesto film, ilustrado con un vaquero un tanto pobretón saltando por el aire, cosido a tiros. Hablaban de una gran cantidad de muertos. Hablaban de la sana costumbre de un cine que sorprende por su alto contenido erótico y por su violencia descarnada, por las muertes ampulosas y a raudales. Si bien Tráiganme la cabeza de Alfredo García no tiene una gran cantidad de muertes coreográficas no decepciona en lo más mínimo: Alfredo García es un hombre muerto cuya cabeza pide un potentado como precio por ser el responsable del embarazo de su hija. Es la suma de esa morbosa torsión narrativa de trocar muchos muertos por la incorrectísima profanación de la tumba de un hombre; con la mafia rural; con el pianista en bancarrota y borracho con su amante puta que va en busca de la salvación en un trozo de carne muerta, ajena y en descomposición; con un final que termina de abrochar la angustia y la pobreza con la muerte, lo que hace de esta película una de las más perfectas combinaciones de road movie con film noir; amalgamado con un erotismo duro y una estética de spaghetti western. Eso sin contar destrezas narrativas de una sutiliza que el más refinado paladar del séptimo arte, sin dudas, envidiaría.

domingo

El increíble hombre menguante

The incredible shrinking man
1957
E.E.U.U.
Dirigida por Jack Arnold
Con Grant Williams, Randy Stuart, el gato, la araña y otros.


Un hombre expuesto a una nube radiactiva comienza a perder su tamaño paulatina e inevitablemente. No tiene otras consecuencias fpisicas que la de ir perdiéndose de la vista de su esposa al paso de los días. El problema lo tiene con el mundo: el gato que era su mascota ya no lo reconoce y lo quiere como almuerzo; los elementos cotidianos empiezan a tener otra función que la que tenían (la cama hecha con una caja de fósforos); el mundo que se agranda, en definitiva, y agudiza el problema de la supervivencia. El increíble hombre menguante es, de un modo metafórico, un retorno a lo primitivo. Esa es la línea argumental de esta película basada en la novela casi homónima de Richard Matheson, quien también toca la soledad del hombre distinto, del ser extraordinario en Soy leyenda, esa fabulosa novela de un hombre en un mundo infestado de vampiros. Esta película es, desde el punto de vista cinematográfico, un dechado de virtudes para su época, quizás comparable a cualquiera de las grandes producciones actuales en cuanto al alto grado de avance de efectos visuales que incorporó a fines de los años '50. Esa potencia visual acompaña a la perfección a una historia en la que se resume la idea de un hombre nuevo, hecho en base al cambio constante, adaptándose, reinventándose ante los nuevos peligros. Una metáfora de este mundo globalizado, de esta sociedad occidental en la que uno de los mejores y más afinados métodos de control es el miedo, al punto de favorecerse con hacer aparecer como enemigo al simpático viejito del departamento de al lado.