viernes

Sin lugar para los débiles

USA - 2007
Dirigida por Joel Coen y Ethan Coen
Con Tommy Lee Jones, Javier Bardem, Woody Harrelson, Josh Brolin, Kelly Macdonald y otros


Esta quizás no sea la mejor (por adjetivarla de un modo universal) película de los hermanos Coen. Sin embargo, en su planteo estético está muy embebida de lo que el dúo de hermanos ha brindado desde Simplemente sangre a la fecha. El tono narrativo parece trazar una continuidad con títulos como Fargo (y sus suelos y cielos blancos, otra forma de desierto) y El hombre que nunca estuvo (y sus silencios en el cuerpo del protagonista, otra desoladora aridez). Con una respiración larga, con un ritmo en sincro con el paisaje, van tejiendo la historia en la que confluyen la ambición, el valor del dinero, la ilegalidad, el tráfico de todo tipo de violencia. Una muestra que resume el espíritu de los Coen es la escena en la que el personaje que interpreta Javier Bardem está en un paraje en medio de la nada, haciendole elegir al dueño de un drugstore, entre la cara y la cruz de una "moneda de la suerte", su futuro: acertar es vivir, errar es morir. Y la tensión dramática, una vez más, está en lo que no se dice con palabras, en los silencios tensos como alambres de acero. Uno, el dueño del local, que sabe que algo está mal, que teme sin atreverse a mencionar el miedo, entregándose en silencio al poder de un forastero que es capaz de liquidarlo sin motivo. El otro, el dueño de la vida del dueño del local, decidido a ponerle un golpe de aire comprimido en la cabeza; un hueco mortal, un vacío físico, en la carne, que invoca al mayor de los vacíos, a la mismísima muerte. Y, en cine, lo que se cuenta sin palabras es lo que constituye su lenguaje primario, su tradición fundante. Su lenguaje es sin palabras. Y, más allá de lo que sea que provoque, en Sin lugar para los débiles se ve la huella de ese lenguaje.


PD 1: El trabajo de Javier Bardem no sorprende ya que ha demostrado -y con creces- que es un gran actor. Con o sin Oscar (r).
PD 2: No es lo mismo un país sin lugar para los débiles que un país que no es para hombres viejos.