martes

Más extraño que la ficción

Stranger Than Fiction
2006
EE. UU.
Dirigida por Marc Forster
Con Will Ferrell, Queen Latifah, Maggie Gyllenhaal, Emma Thompson, Dustin Hoffman y otros.


Yo te avisé: es imposible hablar de esta película sin hacer referencia a su final.

Harold Crick se presenta al espectador como un mamushka narrativa: es un personaje que, a su vez, es el personaje central de una novela que, maravillas de lo inexplicable, vive (por llamar de algún modo a su hiperarmada y repetitiva rutina) en la misma ciudad que la escritora que lo creó: la ficción toma consistencia al punto de ser cuerpo. El personaje escucha una voz femenina en su interior, voz que lo narra y que le resulta tan natural como ajena; una voz que toma forma a partir de un reportaje televisivo en el que la mentada escritora cuenta algo sobre sí y su literatura: su principal gancho de ventas consiste en matar, sin excepción, a los personajes que crea. Es entonces cuando la película se arma y, con una sutil inteligencia, un fino humor y un guión sólido, construye la búsqueda que el personaje hace de su creadora. Una versión simpática, confortable y aggiornada a las particularidades de la vida moderna de la búsqueda frankensteiniana del creador, tan profunda como la novela de Mary Shelley por debajo de su pátina de comedia.

Harold Crick no se contenta con encontrar a la escritora: quiere influir sobre ella, hacer que cambie de decisión. Y es tal la conmoción que lleva consigo el descubrimiento de ser personaje y ser mortal a voluntad de un otro (a quien ni siquiera podría castigarse como asesino, ya que desde la perspectiva del narrador todo ocurre en el campo ficcional) que esa aburrida y rutinaria forma de ser a través del tiempo, se ve trocada, amor incluido. El encuentro entre el personaje y su creadora deja al descubierto que ese hombre que atraviesa la puerta es idéntico al imaginado y que su destino trágico está en manos de esa mujer que se sobresalta al verlo y reconocerlo. El absurdo planteado así necesita una explicación lógica: el personaje lee la novela que protagoniza y encuentra su vida en palabras y entiende, finalmente, la necesariedad de su muerte; el fin -indeseado- neceario para cumplir con una obra de bien; un acto fuera de control, un hacer sin pensar no instintivo; un deber. Sin embargo, en las últimas secuencias, Más extraño que la ficción gira hacia un happy end típico y tranquilizador, en el cual la escritora sacrifica la fórmula de su éxito y que hace que el conjunto narrativo comandado por Marc Forster pierda su potencia cuestionadora. Y la película pierde la precisión en el último tiro: ese incómodo y necesario fin de un héroe, el que lo erige en tal: toma lo que se espera ya no de la escritora de la ficción sino del director de la realidad hollywoodense y de su industria que debe acompañar, con tretas y cambios forzados, la supuesta felicidad que los guardianes del norte necesitan transmitir como sociedad.