martes

Una cuestion de honor

Flags of Our Fathers
2006
E.E.U.U.
Dirigida por Clint Eastwood
Con Ryan Phillippe, Jesse Bradford, Adam Beach, John Benjamin Hickey, John Slattery y otros.


Desde hace algunos años, Clint Eastwood nos pone en un aprieto: todo aquel que se precie de políticamente progresista jamás podrá comulgar ideológicamente con este gran actor y director a quien admira, nada menos que por su obra, y de quien espera, con ansias, su siguiente film. Como el incómodo Maradona que puede ser amigo de Fidel Castro (quien nos cae muy simpático) y del Carlos Saúl (de quien abominamos). Una cuestión de honor es un eslabón más en la cadena de incorrecciones políticas que, casi paradójicamente, nos brinda el camarada ideológico de los Reagan y los Bush. El lado americano de la batalla de Iwo Jima no es sino una demostración de cómo el mercado puede volcar el resultado de una guerra. Lo que Eastwood no deja de hacer es apuntar al centro de un sueño americano que puede terminar con una fulminante parálisis producto de un golpe inesperado y una eutanasia tan prohibida como el pecado original, como en Million Dollar Baby; o en el desliz de la celebración patriótica del levantamiento de una bandera sustituta en lo alto de una colina de una isla japonesa. Pone en tela de juicio el patriotismo exagerado y exasperante que produce un espectáculo que consagra a los fotografiados y que luego les suelta la mano convirtiendo el brillo en algo de su pasado, no pudiendo evitar las pesadillas, no pudiendo borrar el dolor. Todo el mecanismo del sentimiento de los hijos de la Doctrina Monroe está puesto al descubierto, todo el cartón pintado, la falsedad, el desamparo. En definitiva, Eastwood vuelve a rasgar la cortina de la gran felicidad norteamericana. Quizás el error es creer que por eso debería ser un militante revolucionario.